La primera empresa que apostó por darle a las computadoras un uso en la oficina no fue una compañía informática ni una firma de ingeniería, sino una cadena de restaurantes, hoteles, salones de té y de venta de pasteles: J Lyons & Co, el conglomerado más grande de ese sector en Reino Unido.
En Reino Unido, sirvieron para ayudar a descifrar las comunicaciones nazis durante la Segunda Guerra Mundial mientras que en Estados Unidos, las fuerzas armadas las habían empleado para operaciones de mando y cálculos de trayectorias balísticas.
Pero hasta ese momento, a nadie se le había ocurrido meter en un despacho una de esas complicadas máquinas de gran dimensión que eran las computadoras de entonces.
"Lyons siempre estuvo a la vanguardia introduciendo nuevos sistemas que trajeran más efectividad", recordó la programadora informática Mary Coombs
Coombs trabajaba entonces para Lyons y fue la única mujer implicada en el proyecto, lo que la convirtió en la primera programadora del sector comercial.
En 1947, la compañía envió a dos trabajadores, Oliver Standingford y Raymond Thompson, a EE.UU. para que se informaran sobre los últimos métodos de gestión de negocios desarrollados en ese país. Ellos fueron quienes detectaron el potencial de las computadoras para facilitar la gestión de conglomerados tan grandes como Lyons.
Fue así como ese mismo año, Lyons aportó dinero para que la Universidad de Cambridge desarrollara un prototipo de lo que luego sería el Leo I, la primera computadora destinada a los comercios. Cuatro años después, entraba en funcionamiento
Una "calculadora" electrónica
La iniciativa "tomaba la idea de una calculadora mecánica y decidía convertirla en electrónica", afirmó Coombs
"La computadora en sí misma estaba en una plataforma elevada, había mucho aire acondicionado. Pero, no me gustaría decir de qué tamaño era. Mucho más grande que este cuarto, eso sí".
"Al principio, mi trabajo en Lyons era recolectar montones de facturas de helados. Luego, cuando pasé a ser empleada permanente, trabajé en un departamento que enviaba productos alimenticios a los salones de té".
Cuando Coombs se enteró de que la compañía estaba buscando a gente para participar en Leo I, no dudó en ofrecerse.
"Pasamos unos cuatro días aprendiendo sobre computadoras en general, sobre el sistema binario, sobre la forma en que se fabricaban las computadoras. Y al final tuvimos un examen", recordó.
5.000 nóminas por hora
Una de las primeras cosas que tuvo que hacer fue aprender a programar en la computadora, algo que ella cree que era más complicado en aquel entonces que ahora.
Lyons creó en 1954 la división Leo Computers Ltd para comercializar la computadora. Con el tiempo, le siguieron las versiones Leo II y Leo III, la primera en usar transistores.
Lyons recibió encargos para realizar cálculos de impuestos y hasta trazar trayectorias de misiles para el Ministerio de Defensa. Ford Motors le encargó las nóminas de sus fábricas.
"Cuando recién comenzamos, cuando teníamos a Leo I trabajando por primera vez, íbamos unos cinco años por delante de cualquier otra firma", recordó Coombs.
Pero, si bien Lyons era "un buen empleador, en el sentido de que cuidaba a su plantilla", no era muy bueno "pagando salarios altos", contó.
"Y claro, al ser este un sector nuevo, la gente quería ganar más dinero".
Las computadoras de Lyons fueron vendidas al fabricante británico de electrónica English Electric en 1964 y con el tiempo pasaron a manos de otras compañías informáticas británicas.
Las últimas acabaron en el servicio de correo, donde las dieron de baja en 1981. El mismo año en que, coincidentemente, el último de los salones de té de Lyons cerró sus puertas.
"Definitivamente me siento orgullosa de haber participado, oh sí, hizo mi vida mucho más interesante".
Fuente: www.bbc.com/