Pablo Castillo, durante una entrevista.
Pablo del Castillo llevó durante casi toda su vida dos relojes en su muñeca, uno marcaba la hora española, el otro la mexicana. Eran las dos patrias del último de los Hermanos Mayo, la agencia que inmortalizó buena parte del siglo XX mexicano y retrató la Guerra Civil española. En la primera de sus patrias nació y de ella escapó durante la posguerra, y la segunda lo recibió y en ella murió este jueves, a los 97 años.
En México se encontró con sus hermanos y continuó con una carrera profesional que nunca parecía querer que terminase. Había retratado los acontecimientos históricos más destacados del siglo XX mexicano, sus instantáneas habían acaparado la portadas de los periódicos de la época y él seguía siendo incapaz de desprenderse de la fotografía. No se jubiló hasta los 91 años, cuando era fotógrafo de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), y de hecho las cámaras que aún hoy guardaba en casa estaban escondidas desde hacía un tiempo ante la angustia que le producía verlas quietas, sin poder usarlas.
Fotografió junto al resto de los miembros de la agencia la matanza de Tlatelolco en 1968, los Juegos Olímpicos de ese mismo año o el terremoto que sacudió Ciudad de México en 1985.
La salud de Del Castillo había empeorado hacía unos meses, hasta que este jueves falleció en su casa mientras dormía. Sin embargo, en este tiempo todavía le quedaron fuerzas para sus partidas de dominó, que podían durar hasta cinco horas, y para emocionarse con el fútbol. Su corazón futbolero estaba dividido como su patria, entre el Real Madrid y sus queridos Pumas, a los que veía esperanzado de que se hicieran con la liga esta temporada. Pero los últimos minutos de televisión que dedicó a este deporte fueron para el Mundial femenino, que prefería ver antes que la Copa Oro en la que participa México, cuenta Riveros.
Con la muerte de Pablo del Castillo se marcha el último de una agencia, que inmortalizó aquella España que se partía en dos, que narró el frente, la retaguardia y los pueblos y ciudades que resistían a las tropas franquistas. “Mis hermanos, el único fusil que agarraron fue la cámara”, contaba Pablo recordando los años de la Guerra Civil española. Retrataron la historia de un país que tras la victoria de Franco requisó sus imágenes y acabó expulsándolos, pero que Pablo llevó en su muñeca durante más de 60 años.
Fuente: https://elpais.com/cultura/2019/06/28/actualidad/1561694603_426994.html