“Como científica latinoamericana en Estados Unidos tengo que decir que poco a poco uno crea su estatus y ahorita ya la gente sabe quién soy”.
Ella es María Elena Bottazzi, codirectora de la Escuela Nacional de Medicina Tropical del Colegio Baylor de Medicina de Houston y codirectora del Centro para Desarrollo de Vacunas del Hospital Infantil de Texas, en Estados Unidos.
También es profesora de pediatría, virología molecular y microbiología del Colegio Baylor de Medicina, profesora distinguida de biología en la Universidad de Baylor, y profesora adjunta de bioingeniería en la Universidad de Rice, Texas.
La labor la compagina con ser editora en jefe de la revista especializada Current Tropical Medicine Reports.
Y, además, dirige actualmente uno de los laboratorios que están desarrollando la vacuna contra el coronavirus que ha contagiado a más de un millón y medio de personas alrededor del mundo.
¿Cómo llegó hasta allí una mujer, latina, en uno de los campos más competitivos, el científico, en Estados Unidos?
"Mi padre, que es hondureño, era diplomático y lo enviaron a Italia. Allí nací yo, en Génova", le cuenta Bottazzi a BBC Mundo. "Después regresamos a Honduras, cuando tenía 8 años y allí crecí".
"Estudié microbiología y química clínica en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras".
Investigación de métodos de diagnóstico
En la universidad Bottazzi se dio cuenta de que la carrera de laboratorio clínico que seguían los microbiólogos en Honduras, dedicados -por ejemplo,-a hacer análisis de sangre para diagnóstico médico, no era lo suyo.
"A mí me gustaba más desarrollar las técnicas que se usan para hacer los diagnósticos o para crear medicamentos y justo uno de mis asesores en Honduras, que era un profesor que había estudiado en Suiza y Chicago, también tenía esa capacidad de investigación".
El profesor de Bottazzi, que sería el primero de varios mentores que la ayudaron a impulsar su carrera, había creado una técnica para hacer detección de casos de epilepsia vinculados a la cisticercosis, la enfermedad causada por los parásitos cisticercos.
Y esto la inspiró a seguir el campo de investigación de métodos de diagnóstico.
"Allí decidí que me gustaba mucho ese área de investigación de la parte molecular y me vine a la Universidad de Florida a sacar el doctorado, porque en Honduras uno estudia más bien la ciencia aplicada con estudios de campo y yo quería tener la capacidad molecular con técnicas más avanzadas que en Honduras no teníamos en aquel entonces", cuenta Bottazzi.
En la Universidad de Florida, en Gainesville, obtuvo el doctorado en inmunología molecular y patología experimental y a este le siguieron posdoctorados en biología celular en la Universidad de Miami y la Universidad de Pensilvania.
La creación de alianzas
La estancia de la investigadora en Pensilvania -una zona que históricamente ha sido sede de compañías farmacéuticas- marcó un hito en su desarrollo profesional.
Allí se dio cuenta de la importancia de la creación de alianzas en los sectores público y privado para el desarrollo de productos biotecnológicos.
"Me interesaba mucho el concepto de manejo gerencial de programas y proyectos", cuenta Bottazzi.
"Entonces entré en un programa de maestría en gerencia, haciéndolo como hobby en las noches. Y todos mis profesores eran presidentes ejecutivos de las farmacéuticas".
"Así empecé a entender cómo se manejan los programas de desarrollo de productos y tecnologías".
Fue cuando conoció a quien sería un mentor clave en su carrera, Peter Hotez, quien entonces era profesor de la Universidad George Washington, uno de los principales promotores del control de enfermedades tropicales olvidadas e importante investigador de salud global.
"Cuando conocí por casualidad a Peter Hotez, le acababan de dar una subvención de la Fundación Gates y se estaba mudando a Washington D.C. para crear un consorcio para desarrollar vacunas para enfermedades tropicales", le dice a BBC Mundo la investigadora.
Bottazzi ya había visto los efectos de las infecciones tropicales en la población hondureña, donde 66% de la población vive en la pobreza.
En el país centroamericano el 50% de los niños en edad preescolar nunca alcanzan la productividad económica por que padecen, por ejemplo, infecciones de parásitos intestinales que no sólo reducen su capacidad de crecimiento sino también su desarrollo cognitivo e intelectual.
Enfermedades olvidadas
Así, Bottazzi y Hotez comenzaron a trabajar en el desarrollo de vacunaspara enfermedades tropicales olvidadas.
Hoy ambos investigadores dirigen el Centro para Desarrollo de Vacunas del Hospital Infantil de Texas.
En este han desarrollado entre otros proyectos: la primera vacuna contra la infección del parásito intestinal anquilostoma, la primera vacuna contra la esquistosomiasis, la primera vacuna contra la enfermedad de Chagas, y vacunas contra infecciones de coronavirus, incluidas las de las enfermedades de SARS y MERS.
Todas son enfermedades que afectan principalmente a los países más pobres del mundo, especialmente en África y América Latina, y están olvidadas por el mundo y por las compañías farmacéuticas.
"Desde hace 20 años hemos estado trabajando para desarrollar estas vacunas que no son de interés para las farmacéuticas", afirma Bottazzi.
"No hay un gran incentivo, porque son vacunas que eventualmente tienen que ser subsidiadas por los gobiernos o por organizaciones como GAVI o Unicef con programas de distribución para gente que no puede pagarlas".
Y el trabajo con que se enfrentan no es sólo la investigación en el laboratorio, sino también la búsqueda de alianzas nacionales e internacionales y consorcios sin fines de lucro para el desarrollo y distribución de estas inoculaciones en las poblaciones más necesitadas.
Es un trabajo "frustrante", dice la investigadora, "porque no hay apoyo financiero ni apoyo de entidades gubernamentales que otorguen fondos para la investigación".
Actualmente Bottazzi y su equipo están buscando fondos para seguir la investigación de una vacuna que crearon en 2016 contra el coronavirus que causó la epidemia de SARS en 2002.
Y también están trabajando en el desarrollo de una nueva vacuna contra la pandemia de covid-19 que ya ha contagiado a más de dos millones de personas de personas alrededor del mundo.
"Muchísima suerte con mis mentores"
Pero ¿qué otras frustraciones ha tenido que enfrentar la científica hondureña como mujer en el mundo científico en Estados Unidos?
"Como mujer, es cierto, a veces tenemos dificultades. Hay ciertas reuniones que nos invitan y prefieren que el doctor Hotez sea el que haga la presentación, porque es el hombre", le dice a BBC Mundo la investigadora.
"Y a veces es difícil decir que, a fin de cuentas, yo soy la que ha hecho el trabajo y por qué no soy yo la que lo presenta. Pero bueno, yo creo que ahorita estamos viendo muchos cambios y las mujeres se están poniendo más firmes".
Pero la científica subraya que ha tenido "muchísima suerte" con los mentores que ha encontrado a lo largo de su carrera.
"Porque todos mis mentores no sólo han sido mentores, también han sido mis impulsores, mentores que realmente a uno lo empujan", afirma Bottazzi.
"Como Peter (Hotez) que ve una oportunidad e inmediatamente me la da a mí en vez de decir 'yo me quedo con esto'".
"En lo personal, no soy casada, no tengo hijos. Pero yo opté por esto porque sabía que quería dedicarme a (mi carrera). Tal vez no le di mucha importancia a mi vida personal pero esa fue una decisión propia", reflexiona.
"Lo que sí decidí hacer es mantener siempre mi contacto con Honduras”, expresa la investigadora, "balancear que soy hondureña, soy italiana, trabajo en Estados Unidos y quitar esa percepción de que porque soy 'gringa' o estoy en Estados Unidos no me importa mi país".
Fuente: www.bbc.com/