El presidente de Rusia, Vladimir Putin y su homólogo Donald Tiump en un encuentro clave.
Pocas reuniones del G20 han resultado más complicadas desde la crisis financiera de 2008 que la que este jueves y viernes se celebra en Osaka, Japón, y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, tiene mucho que ver en ello. Al enfrentamiento comercial de Washington con China, Japón y otros aliados, se suman las crecientes tensiones con Irán y su particular batalla contra la inmigración. En un intento de complacer al mandatario, el primer ministro nipón, Shinzo Abe, busca rebajar los compromisos medioambientales y las críticas al proteccionismo del comunicado final. La negociación no se presenta sencilla.
Las amenazas lanzadas por Trump, en una entrevista previa al viaje y a través de Twitter, revelan que el cara a cara de los líderes, especialmente con sus teóricos aliados, no será fácil.
Trump ponía en duda el futuro del tratado de defensa con Japón, calificaba a Alemania de aliado poco fiable, amenazó de nuevo con volver a subir los aranceles a China, arremetió contra las represalias adoptadas por India contra una serie de productos estadounidenses y acusó a Vietnam —un posible destino de las fábricas estadounidenses si continúan los roces entre Washington y Pekín— de aprovecharse de EE UU.
Con todo, el principal acontecimiento en la cumbre promete ser la reunión que Xi y Trump celebrarán este viernes para tratar de alcanzar algún tipo de entendimiento en su guerra comercial y tecnológica. Un encuentro que llega entre señales contradictorias. Antes de aterrizar en Osaka, el presidente estadounidense aseguraba que China “quiere llegar a un acuerdo” porque su economía se encuentra a la baja, y volvía a despertar el espectro de nuevos aranceles sobre los 325.000 millones de dólares (285.400 millones de euros) de importaciones chinas aún no gravadas. Pero, según el periódico de Hong Kong South China Morning Post, los dos líderes acordarán otra tregua de seis meses para dar espacio a que sus equipos negociadores puedan seguir buscando una solución a sus disputas comerciales.
Aunque los negociadores estadounidenses han intentado mantener el caso de Huawei al margen de la disputa comercial —por el 5G—, China quiere que la posible tregua que firmen los dos mandatarios incluya el levantamiento del veto al gigante tecnológico chino para acceder a tecnología estadounidense. El mismo jueves, el Ministerio de Comercio chino instaba a Washington a cancelar esas sanciones contra la compañía “para impulsar el desarrollo sano y estable de las relaciones de China y EE UU”.
Más allá de las razones comerciales y tecnológicas, Xi busca hacerse además un hueco como mediador en los grandes conflictos internacionales. Ahí se enmarca la visita que realizó la semana pasada al líder norcoreano Kim Jong-un, en la primera visita de un líder chino a Pyongyang en 14 años. Por su parte, el presidente estadounidense tiene previsto viajar este viernes a Seúl para reunirse un día después con su homólogo surcoreano, Moon Jae-in. Xi se reunía el miércoles con Moon, donde le explicó que el líder norcoreano mantiene su voluntad de resolver las disputas sobre su programa de armamento nuclear mediante el diálogo.
El anfitrión de la cumbre, Shinzo Abe, batallaba el jueves hasta última hora por intentar incluir algún tipo de condena del proteccionismo en el comunicado final de la cumbre, aunque para conseguirlo —algo que no está claro en absoluto— tendría que pasar por encima de las objeciones de Trump, que en ediciones previas de la reunión ha vetado cualquier declaración significativa en este sentido.
Fuente: https://elpais.com/internacional/2019/06/27/actualidad/1561639453_022308.html