"En los momentos de tensión y precariedad, nuestra forma de pensar y razonar se vuelve más primitiva"-bbcenespañol.com

Todas las épocas construyen sus utopías y cada una fracasa a su manera.

En la búsqueda del paraíso, El Dorado, la revolución, jauja, la tierra de las oportunidades o el sueño americano se esconde el mismo anhelo y se producen frustraciones similares.

A partir de esta premisa, el escritor español Juan Gómez Bárcena presenta en su novela "Ni siquiera los muertos" una suerte de breve historia de las utopías, que tiene como escenario el México de los últimos cinco siglos.

Una obra difícil de encasillar en un género y en la que el autor conecta los años de los conquistadores españoles con la trágica actualidad de los sueños que se pierden en la frontera entre México y Estados Unidos.

"Si tuviera que definirla, diría que es en la superficie una novela de aventuras, pero que tiene sobre todo una vocación filosófica y política", le dice Gómez Bárcena a BBC Mundo.

"Es decir, partiendo del género de las novelas de aventuras de los siglos XVI y XVII, lo que hago es aprovecharme de ese formato para reflexionar fundamentalmente sobre el presente y sobre la historia".

 

Niños espía

Este escritor y amante de la Historia nacido en Santander (norte de España) hace 35 años encontró la inspiración para "Ni siquiera los muertos" en algunas anécdotas de las Crónicas de Indias de la época de la conquista española.

Una de ellas, repetida en los escritos de entonces, narraba que los franciscanos, al hacer las primeras misiones en la Nueva España, internaron a algunos de los hijos de los indios nobles, los educaron en la fe católica y los fanatizaron para usarlos como espías de sus propias familias.

Por el testimonio de uno de estos niños podía morir un padre.

"Esa referencia es precisamente la primera que me llevó a escribir esta novela", cuenta Gómez Bárcena.

"Son hechos que tuvieron lugar, aunque se sabe muy poco más de lo que cuento en la novela, en realidad no hay muchas más fuentes. Lo que sí sabemos es que para los españoles esta era una práctica absolutamente positiva y lo curioso es que los religiosos que escriben sobre ella lo reivindican.

"Es decir, no se trata de unas leyendas o información creada por enemigos, que a veces puede ocurrir, sino que forma parte de las propias reivindicaciones de los religiosos que entendían que era una manera de robar almas al diablo", señala.

El escritor detalla que esos niños, que eran sobre todo hijos de nobles aztecas, fueron internos en los colegios franciscanos y que en ocasiones se volvieron en contra de su propia comunidad.

Sin embargo, no fueron recompensados.

"Lo que a mí me interesó más de todo esto", explica Gómez Bárcena, "es que cuando los niños crecieron no recibieron a cambio ningún tipo de posibilidad de convertirse plenamente en españoles".

"Por supuesto fueron cristianos, pero por ejemplo muchos de ellos estaban haciendo una carrera religiosa, querían ordenarse sacerdotes y los españoles no se lo permitían.

"Yo me pregunté qué esquizofrenia tenía que existir en estos niños al crecer: por un lado han traicionado su cultura anterior, pero por otro lado no reciben a cambio una nueva cultura de pleno derecho.

"No eran aztecas ni españoles. Eso diría que fue el motor de la novela".

 

Viaje en el tiempo y el espacio

El protagonista de la novela de Gómez Bárcena es Juan de Toñanes, un conquistador español venido a menos que vive de forma humilde en un lugar sin especificar de la Nueva España en el sur de México.

Estamos en el siglo XVI.

Representantes de la corona le encomiendan la extraña misión de encontrar y capturar a un hombre conocido como el indio Juan, el "Padre" o el "Compadre" que siempre parece ir varios pasos por delante de él.

Juan no es consciente de que su viaje no es solo una travesía hacia el norte, siempre hacia el norte, sino que también da grandes saltos en el tiempo.

El libro se plantea como una novela histórica y de aventuras, pero la trama pronto desborda esa definición y le sirve al autor para reflexionar sobre conceptos como la circularidad de la historia y sobre una realidad que puede resultar descorazonadora.

 

Patrones que se repiten

Desde la mirada de Juan observamos cómo en todas las comunidades y sociedades que se encuentra en el camino, por nuevas o modernas que sean, hay un gran grupo de personas que no caben en el sistema, que se convierten en ovejas descarriadas a las que hay que apartar.

"Creo que los acontecimientos de las últimas décadas nos han demostrado, desde la Primera Guerra Mundial hasta el Holocausto… todos estos fenómenos que todos conocemos nos han demostrado que no hay un progreso espiritual del ser humano, no somos mejores espiritual o moralmente que nuestros antepasados", sostiene Gómez Bárcena.

"Y creo que lo que sí deberíamos repensar, por lo menos a mí juicio, es precisamente ese camino del progreso que pone lo material, lo financiero, lo económico, delante de lo humano, que tenemos que repensarlo porque, y es un poco el sentido que encierra el final de la novela, hoy en día creo que la humanidad está siendo víctima de sí misma.

"En los momentos de tensión y precariedad nuestra forma de pensar y razonar se vuelve más primitiva.

"Creo que este camino puede no sé si revertirse, pero al menos sí puede repensarse, cuestionarse y replantearse un itinerario distinto, al menos eso me gustaría creer y en ese sentido yo mismo escapo de mi propio pesimismo en la novela".

 

La frontera como concepto

Un pesimismo que cobra especial peso en los pasajes que tienen que ver con la frontera entre México y Estados Unidos.

En su trayectoria hacia el norte, Juan de Toñanes vive la experiencia de viajar en el tren conocido como La Bestia, en el que migrantes centroamericanos y mexicanos arriesgan su vida para intentar llegar a Estados Unidos.

Estamos ya en plena actualidad.

"La frontera me interesa muy especialmente, porque creo que es uno de los lugares de la Tierra donde asistimos a un capitalismo más salvaje", indica el escritor.

"Precisamente esa frontera en la que los cuerpos son repelidos, pero no el flujo monetario que circula sin cesar, y al mismo tiempo donde hay ciudadanos de primera, de segunda y de tercera.

"Al igual que los niños aztecas que señalábamos más atrás, los migrantes tienen que desprenderse de su comunidad de origen y no reciben otra a cambio o quedan como ciudadanos de segunda en el lugar de acogida.

"Por ir todavía más atrás, el propio conquistador español Juan de Toñanes, el protagonista de la novela, no deja de ser otro migrante", dice.

"Por otro lado, los feminicidios de Ciudad Juárez también me permitían remontarme un poco al pasado y mostrar la evolución de esa situación de la mujer", prosigue Gómez Bárcena.

"Tendemos a pensar que ya no es tan necesario el feminismo, en muchos casos se oye la idea de 'antes sí que vivían mal las mujeres', pero lugares como Ciudad Juárez nos demuestran que en algunos lugares todavía vivimos en el puro infierno en lo que se refiere a la discriminación".

 

El futuro está en el norte

El hecho de que el viaje del protagonista, y de muchos de sus acompañantes, sea hacia el norte no es casual.

"En el siglo XVI tenemos como primeras potencias a España, Portugal, luego subimos a Francia, Inglaterra, luego subiremos a Estados Unidos; es decir, ha habido un desplazamiento hacia el norte", expone,

"Occidente y el norte es el que controla o ha controlado el mundo hasta ahora, entonces el norte me servía como una metáfora de eso. Ese avanzar hacia el norte es un avanzar hacia el futuro, hacia el progreso material sin pensar en las ruinas que dejamos atrás, sin pensar en las alternativas".

 

Los planteamientos de Trump

La visión de la historia como un círculo que repite se hace especialmente presente con la llegada de Juan de Toñanes a Estados Unidos y la aparición en la trama de la figura del presidente Donald Trump.

"Es una de las visiones que yo diría que está más presente, ya no solo en esta novela sino en toda mi literatura, la idea de que el tiempo tiene algo de circular, de bucle sobre todo, de repetir una serie de elementos que tienen su significación aparentemente, pero que se retoman una y otra vez", apunta el autor.

"El momento en el que a mí se me ocurrió hacer esto en esta novela en concreto tuvo que ver con un discurso que escuché de Trump al parecer muy habitual en sus campañas", cuenta.

"Él decía que citaba una canción de Al Wilson con la fábula de la serpiente y la granjera (sobre una granjera que ayuda a una serpiente enferma y al final la serpiente le muerde). Lo que dice Trump es que esa serpiente son los inmigrantes.

"A mí esa metáfora me sonaba y me di cuenta de que estaba en Esopo, porque Al Wilson a su vez la había tomado de Esopo. Es una imagen que ha sido reutilizada y reciclada en diferentes épocas precisamente para hablar del miedo a lo desconocido, la lucha contra el bárbaro, entendiendo siempre el bárbaro como lo que no soy yo.

"Entonces me di cuenta de algo muy triste y es que Trump estaba usando unas imágenes y unos discursos que en realidad se reciclan una y otra vez, que son igualmente tóxicos y dañinos, pero que tenemos la sensación de que son modernos cuando no lo son en absoluto.

"A partir de esa imagen hice circular el resto, la idea de que Trump lo que está en realidad es poniendo en juego el espíritu de odio, de racismo, de supresión de lo diferente.

"Esto lo conecta plenamente con el imperialismo español a través de otra serie de elementos, con sus particularidades por supuesto -no digo que Trump sea una continuidad natural del imperialismo español-, pero desde luego con muchos elementos comunes".

 

 

 

 

Fuente: www.bbc.com/