"Las necesarias medidas de contención del covid-19 están causando un shock generalizado sin precedentes históricos".
Así sintetizaba el martes el Instituto Nacional de Estadística de Italia (ISTAT, por sus siglas en italiano) la actual situación económica del país.
Una realidad que empezó a gestarse el 9 de marzo, cuando el presidente del gobierno italiano, Giuseppe Conte, imponía las primeras medidas de contención de la epidemia sobre todo el territorio nacional.
Ese día el Ministerio de Salud contabilizaba 9.172 casos de contagios de coronavirus y 463 fallecidos e Italia se convertía en el primer país de Europa (y el segundo, después de Irán) en activar un bloqueo sobre todo su territorio.
El 22 de marzo, Conte anunció el cierre de todas las empresas en Italia que realizan "actividades de producción no necesarias", con el fin de reducir el número de trabajadores obligados a moverse y a estar en entornos potencialmente contagiosos.
Un mes después de las primeras medidas, Italia contabiliza más de 135.000 casos y de 17.000 fallecidos y se enfrenta a una situación económica que muchos analistas definen como dramática y sin una salida clara a la vista.
Según el ISTAT, la mitad de las empresas italianas, unos 2,2 millones, están en standby, así como sus 7,4 millones de trabajadores.
"De seguir así, el PIB (Producto Interno Bruto) italiano en los primeros 6 meses de este año caerá un 10%, o sea, unos US$45.000 millones", afirma Matteo Pignatti, economista del Centro de Estudios de Confindustria (CSC), la patronal italiana.
Es decir, es como si Italia, que actualmente es la octava economía del mundo según datos del FMI (Fondo Monetario Internacional), perdiera el equivalente a todo el PIB de Bolivia.
Según los cálculos de CSC, cada semana adicional de bloqueo de las actividades de producción "podría costar un porcentaje adicional del PIB del orden de al menos el 0,75%", unos US$14.000 millones.
"Es el mayor shock económico desde la Segunda Guerra Mundial", asegura Pignatti.
El turismo es el sector más afectado
Pero no todos los sectores se ven afectados en igual medida. Según los análisis de ISTAT, el turismo, el comercio y los transportes son los más perjudicados por la crisis desencadenada por el coronavirus.
"El coronavirus ha borrado más de medio siglo de turismo", explica Vittorio Messina, presidente de Assoturismo, la organización que agrupa a decenas de miles de empresas de un sector que en Italia representa el 13,2% del PIB nacional, lo que equivale a unos 230.000 millones de euros, según datos del Observatorio Nacional el Turismo (ONTIT).
Además, el turismo emplea directa o indirectamente a más del 14% de la población italiana, es decir, a unos 3,5 millones de personas.
"Estamos viviendo una situación dramática", afirma Messina. "El año pasado a estas alturas se hablaba de overturism, o sea, de las consecuencias de la presencia masiva de turistas en el territorio nacional."
Italia era, hasta 2019, el quinto país en el mundo por llegada de turistas internacionales (más de 60 millones de personas), que generaban ingresos de más de 42.000 millones de euros.
"Ahora, en cambio", sigue Messina, "tenemos el problema de zero tourism".
Messina cuenta que todas las reservas en su hotel de 95 habitaciones en Sicilia fueron canceladas, algo muy parecido a lo que le ha pasado a las empresas representadas por su organización.
"El puente de Semana Santa representa el principio de la temporada, y este año ese puente se ha caído."
Assoturismo calcula que -si se encuentra una solución en las próximas semanas a la emergencia sanitaria en Italia- la pandemia causará una reducción de más del 60% de turistas nacionales e internacionales.
"Volveremos a niveles de los años 60, cuando el mundo estaba dividido en bloques y los viajes aéreos eran un lujo al alcance de pocas personas", afirma Messina, que tampoco ve una recuperación de este sector antes de abril de 2021.
"Esta emergencia no es un interruptor: aunque en verano se pueda volver a trabajar, no retomaremos desde donde lo habíamos dejado", asegura Maria Grazia Gabrielli, secretaria de la sección turismo y servicio del sindicato CGIL, el más grande de Italia.
Gabrielli calcula que al menos 450.000 personas que trabajan en este sector de forma estacional este año no tendrán empleo y que en general habrá un repunte del paro en todo el país.
Según estimaciones de Confindustria, de hecho, la actual tasa de desempleo del 9,9% subirá al final de este año al 11,1%.
Pero, así como las consecuencias económicas no afectan a todos los sectores por igual, tampoco lo hacen de la misma manera en el norte y en el sur del país.
Lombardía, Véneto, Piamonte y Emilia-Romaña, las regiones del norte de Italia donde se concentran la mayoría de las industrias, fueron las más afectadas por la cuarentenaimpuesta por el gobierno.
Pero la tasa de desempleo en las regiones del sur antes de la pandemia era alrededor del 18%, casi tres veces más que en el norte, y esta brecha, según varios analistas, podría aumentar en una eventual recuperación económica.
"Una intervención pública sin precedentes"
"El problema no es salir de la crisis, sino hacerlo cuanto antes", afirmó en varias ocasiones el primer ministro italiano, Giuseppe Conte.
Y las medidas que su gobierno ha tomado en el último mes parecen apuntar en esta dirección.
A principio de esta semana Conte activaba la circulación de hasta US$435.000 millones en créditos para empresas, a los que se suman otros 380.000 millones de euros que el gobierno italiano movilizó en marzo.
Se trata, en total, de casi la mitad de todo el PIB italiano.
"Una intervención pública sin precedentes", según la definió en su presentación el jefe de gobierno. "No puedo recordar medidas tan poderosas en la historia de nuestra república".
Este dinero está destinado, por un lado, a financiar los subsidios de desempleo para los trabajadores empleados y los autónomos y, por el otro, a ayudar a las empresas en dificultad.
A los empleados que, por ejemplo, tengan que trabajar menos horas o que se tengan que quedar en casa porque su empresa no está en actividad en este periodo, el Estado les garantiza un subsidio de paro de hasta el 80% del sueldo, además de cupones de comida para las familias más necesitadas y bonos para aquellas que necesitaran contratar a canguros.
Mientras que para los trabajadores autónomos o temporales- como, por ejemplo, los comerciantes, los artesanos, los trabajadores del turismo y los campesinos- que hubieran perdido el trabajo, el sistema de seguridad social (INPS) otorga un subsidio de 600 euros. En pocos días, el INPS recibió más de 3,6 millones de solicitudes.
Por otro lado, las últimas medidas garantizan que las empresas -tanto las grandes como las medianas y pequeñas- pueden acceder a préstamos bancarios con el respaldo del Estado hasta el 90% de su importe.
"Cuando todo esto se haya acabado", dijo Conte el lunes después de firmar el decreto económico, "habrá una nueva primavera y pronto recogeremos los frutos de estos sacrificios".
Horizonte incierto
Sin embargo, la fecha para la "primavera" a la que se refiere Conte aún está por determinarse y se desconoce cuándo podrá empezar la fase de parcial apertura de las empresas, la llamada "Fase 2".
De momento, Conte anunció que las restricciones a los movimientos de la población durarán hasta el 3 de mayo.
Las organizaciones empresariales de Lombardía, Piamonte, Véneto y Emilia Romaña, que representan el 45% del PIB italiano, abogan por reiniciar las actividades "a corto plazo, porque de no hacerlo se apagará definitivamente el motor del país y corremos el riesgo de no poderlo reiniciar nuevamente".
Sin embargo, hay muchas incógnitas sobre la oportunidad de volver a levantar algunas restricciones cuando aún se registran más de 1.000 nuevos casos de contagio por día.
"Es curioso que esas mismas regiones que registraron el 80% de los fallecidos por coronavirus y aún el 66% de los nuevos contagiados en Italia quieran volver a trabajar", le dice a BBC Mundo Maurizio Landini, secretario general del sindicato CGIL.
"Estas decisiones no se pueden tomar desde un punto de vista económico, sino que tiene que primar la salud y la seguridad de los trabajadores", concluye Landini.
Pese a las diferencias entre los distintos actores económicos, hay algo que une al gobierno italiano a la patronal y los sindicatos: pedir una contribución financiera más incisiva por parte de las instituciones europeas.
En las últimas semanas Conte manifestó en las distintas cumbres europeas la necesidad de una solución continental a esta crisis y exhortó a tomar medidas concretas, como los bonos europeos, que garantizaran mayor liquidez a los países en mayor dificultad.
Su posición fue respaldada desde el principio por España y Francia, mientras se encontró con la oposición de Alemania y Países Bajos, reacios a aliviar los requerimientos presupuestarios.
Sin embargo, en la última reunión del Eurogrupo este jueves, en la que participaron los ministros de Finanzas de los países que tienen el euro como moneda, se acordó impulsar medidas económicas por unos US$550.000 millones.
Fuente: www.bbc.com/