Han pasado más de 40 días desde que estalló la crisis política y social más importante en los últimos 30 años en Chile.
Una idea a la que se opone radicalmente el periodista chileno John Müller. Para este especialista en temas económicos e internacionales -y columnista de diarios como El Mundo o El Mercurio-, Chile hubiera despertado si su gente estuviera más "feliz".
Las consecuencias de esta crisis -advierte- no serán pocas pues Chile perdió una reputación que le costó años construir. "La gran pérdida es reputacional. Chile ya no puede decir que es distinto del barrio donde vive", dice respecto a Latinoamérica.
Desde su oficina en Madrid, donde está radicado hace varios años, se le hace una entrevista Desde su oficina en Madrid, donde está radicado hace varios años.
¿Cómo ve la situación actual en la que se encuentra Chile?
En este momento, en Chile hay un estado de anomia social, de anarquía, donde se ha disparado una falta de respeto a la autoridad provocada por un descrédito de las principales instituciones del país y sobre todo de las instituciones que son las encargadas de mantener el orden público.
¿No es también un despertar de una sociedad que considera injusto y desigual el sistema económico y político?
El argumento de la desigualdad, que lo dio todo el mundo en un primer momento, con el tiempo ha cambiado. Porque cuando uno cree que hay desigualdad, no ataca ni destruye las infraestructuras, la red de distribución de alimentos, no destruye lo poco que tiene.
¿Usted, entonces, apoya el sistema político y económico chileno?
El único bien público que se le pide a los políticos es que gobiernen. Y en Chile el gobierno no estaba gobernando, consiguió aprobar una ley en 18 meses, en un congreso que no tiene mayoría.
Esto significa que el sistema político es disfuncional para un mundo moderno que no puede esperar tanto tiempo para que se produzca el bien que espera.
En segundo lugar, hay un tema económico importante, pues no se estaba generando el nivel de prosperidad y crecimiento que los chilenos esperaban. Eso es evidente.
Por último, el que entró en crisis es el modelo social. Ahí te doy la razón: efectivamente la desigualdad es un factor importante.
Pero no solo la desigualdad de rentas, sino la de trato, esa desigualdad que ve la gente cuando un senador no va a la cárcel pese a que iba conduciendo ebrio, a que las personas que cometen delitos de colusión, se libran con un curso de ética.
Y esa es la que hace que se genere este estallido social...
Creo que hay varios factores. Hay uno que nadie cita, que es la sequía. Chile está en una situación de sequía desde hace largo tiempo.
La sequía produce una señales en las personas que no son percibidas de manera racional, que estresan las conductas de las personas. Y eso también puede haber incidido.
Entonces, a su parecer, ¿las demandas sociales en realidad poco tienen que ver con las manifestaciones?
Creo que solo ha habido una manifestación pacífica en Chile, que fue aquella que movilizó a más de 1 millón de personas.
Hemos visto que la palabra guerra es un poco complicada. ¿Estuvo bien que el presidente Piñera al utilizarla?
El impacto que causó fue completamente contraproducente. Del mismo modo que fue contraproducente dictar el estado de emergencia de manera tan prematura y sacar a los soldados cuando ni siquiera estaban preparados.
Él utilizó la palabra guerra pero se olvidó de que antes debería haber dejado de manera muy patente ante la opinión pública que lo que había ocurrido el viernes 18 de octubre en chile no fue una manifestación espontánea de descontento popular.
Nadie quema 40 estaciones del metro de manera espontánea. A mi la actuación del 18 de octubre en Chile me recordó a los atentados del metro en Madrid, al 11M de 2004, no por el número de víctimas pero sí por la capacidad de coordinación de los ataques. Sin embargo el gobierno no fue capaz de poner esto sobre la mesa.
¿Qué autocritica debe hacerse la clase dirigente chilena?
En Chile, el presidente ha actuado mal, se precipitó, recibió malos consejos, no tiene clara las cosas que tiene que hacer y no ha tenido el valor de asumir decisiones difíciles.
La oposición, por su parte, ha sido desleal institucionalmente. Tardó más de 40 días en declarar oficialmente que rechazaba la violencia. Y Carabineros (los policías) es una fuerza destruida, que probablemente tendrá que ser reorganizada desde las bases.
¿Por qué no se ha podido controlar la violencia en Chile?
Aquí hay fuerzas radicales que están actuando como una guerrilla urbana. Hay una gran parte de la población chilena que está expuesta al narcotráfico y eso significa que dentro de la república de Chile hay una república del narcotráfico que ha ido creciendo con el tiempo.
¿Sorprende lo que está pasando en Chile en el mundo?
Lo de Chile ha sido muy sorprendente porque todos pensaban que Chile era el Israel de Sudamérica.
La gran pérdida en Chile es reputacional. El hecho de que la gente ya no pueda decir: Chile lleva 40 años en un camino de mejorar sus instituciones, su riqueza, la solidez de su democracia. Eso se rompió, eso se acabó.
Pero hay quienes dicen que, a largo plazo, este estallido social era necesario, que se va a construir un país mejor.
Me parece que es gente ilusa. ¿Qué podría haber pensado Maximilien Robespierre el año en que empezó la revolución francesa y le cortaron la cabeza al rey? Bueno, que las cosas iban a estar mejor. Pero nunca se imaginó que su propia cabeza iba a caer rodando 2 años después en el mismo canasto en la que había caído la del rey.
Y esto, desgraciadamente, las nuevas generaciones no lo tienen claro. Hemos llegado a un estado de avance tecnológico global que hace pensar que el agua siempre salió caliente del grifo. Y nadie se le ocurre pensar que el agua a veces no salió caliente y que a veces, incluso, no salió agua.
¿No cree, entonces, que Chile despertó?
Chile no despertó. Chile hubiera despertado si hoy los chilenos estuvieran más felices y conscientes de su responsabilidades, derechos y obligaciones.
Pero lo que hay hoy es un país zombi, que ha dormido poco la noche anterior, que ha pasado la noche asustado porque ha habido saqueos.
Lo de Chile no tiene precedentes. Esto ha sido un suicidio, en 42 días no ha habido más que pérdidas. El patrimonio público y privado no ha crecido. Ha sido destruido, se ha quemado infraestructura en barrios que no van a ser reconstruidos jamás.
En los últimos meses, Latinoamérica ha sido protagonistas de diversas manifestaciones entre sus países. ¿Se puede decir que estas protestas tienen algo en común?
Creo que Latinoamérica está así por culpa de las políticas de los bancos centrales del hemisferio norte luego de la crisis del 2008.
Muchos capitales que estaban invertidos en América Latina, salieron. Eso provocó que a principios de este año los vaticinios de las tasas de crecimiento eran muy bajos. Y cuando América Latina, que es un continente con mucha pobreza, no crece a una tasa que esté por encima del 4 o 5%, no consigue brindar un camino de esperanza a su población.
¿Piñera va a seguir en su mandato por los dos proximos años?
Debería seguir. La ruptura de la institucionalidad es un error que traería peores problemas, sería la peor señal. Y, además, sentaría un precedente: el sucesor de Piñera ya estaría amenazado de que lo primero que van a querer hacer, es derribarlo.
¿Cuál es la salida a este crisis?
La salida es lealtad institucional por parte de los partidos políticos. Creo que si el orden público se sigue deteriorando van a tener que recurrir a algún tipo de estado de excepción, estado de emergencia o de sitio.
Con recortes de algunas libertades de manera temporal y una situación que ponga fin al estado de anomia. Es muy difícil salir de esta situación de pérdida de respeto a la autoridad sin ponerse colorado, sin un golpe duro sobre la mesa.
Fuente: www.bbc.com/