Es posible que "En tiempos de contagio", del escritor italiano Paolo Giordano (Turín, 1982), sea el primer documento literario publicado sobre la pandemia de coronavirus que está afectando al mundo desde hace semanas.
Lo que sí es seguro -y lo confirma el propio Giordano en esta entrevista con BBC Mundo- es que su libro es una brújula: un instrumento sencillo para orientarse mientras arrecia la tempestad sobre la cabeza -y los pulmones- de millones de personas.
Giordano empezó a escribirlo el 29 de febrero, cuando en Italia se registraban 1.128 personas contagiadas por coronavirus y 29 fallecidos.
Cuando se publicó, el pasado 26 de marzo, los positivos en todo el mundo eran 529.000 y los fallecidos más de 24.000, y hacía dos semanas que la OMS había declarado la pandemia. Ahora, mientras lees esta entrevista, los casos confirmados ya han superado el millón.
A partir de estos números, el escritor orienta su peculiar brújula para ordenar algunas ideas surgidas a partir de "la emergencia sanitaria más importante de nuestra época", como la define en la primera línea de este libro.
En las siguientes 60 páginas, Giordano, que es físico de formación, intenta darle un sentido -"incluso dármelo a mí mismo", dice- a lo que está ocurriendo.
Para entender los cambios que está causando, a nivel local y global y descubrir qué puede enseñarle este virus a la humanidad.
Y como dice en la portada que se ve en la siguiente foto, para enfrentar los miedos que siente.
Los ingresos que Giordano recaudará por la venta de este texto serán donados para financiar dos becas de investigación científica sobre la epidemia.
¿Por qué sentiste la necesidad de escribir este libro?
Cuando empecé a escribirlo la situación en Italia estaba empeorando rápidamente. Muchas personas se sentían perdidas y necesitaban explicaciones.
"Tengo miedo de descubrir que el andamiaje de la civilización que conozco es un castillo de naipes"
"Tengo miedo de descubrir que el andamiaje de la civilización que conozco es un castillo de naipes"
En ese momento fue natural para todos compartir lo que tenían a disposición.
Lo que yo podía hacer era poner sobre la mesa temas sobre los que reflexionar y que, de lo contrario, una vez que la emergencia hubiera terminado, se habrían perdido.
La solidaridad, la información, el clima, nuestra relación con el planeta: estas ideas estaban allí, en el fondo, y esta pandemia de repente las ha conectado unas a otras.
¿Por cuál empezarías?
Por la solidaridad, porque durante el contagio volvemos a ser comunidad.
Por ejemplo, aunque estemos bien de salud, y es probable que el virus nos afectaría débilmente, en este periodo decidimos no hacer algunas cosas: no salimos, no nos movemos, etcétera.
Es verdad que lo hacemos también para protegernos a nosotros mismos, pero creo que prima un sentido más amplio de responsabilidad.
Porque sabemos que si muchos de nosotros nos enfermamos demasiado rápido, nuestro sistema de salud no se sostendrá y alguien morirá por falta de atención médica.
Porque sabemos que nuestro comportamiento expondría más a las personas más vulnerables: los ancianos, los enfermos y también las personas más pobres que no tienen acceso a la atención médica.
Es como si estuviéramos dispuestos a pagar un impuesto sobre nuestras vidas en pos del bien común.
Sin embargo, afirmas que el contagio es una "infección de nuestra red de relaciones". ¿Cómo se explica esta paradoja?
Por un lado, tiene un sentido práctico. Es decir, el virus se propaga a través de los contactos.
El hecho de que se haya propagado a una velocidad vertiginosa en todo el mundo en comparación con las grandes epidemias del pasado -como, por ejemplo, la peste, que tardó años en llegar de Asia a Europa- también nos da la medida de que vivimos en un mundo hiperconectado e hiperrelacional.
Pero, al mismo tiempo, este es un virus que se propaga a través de los afectos, gracias a nuestra intimidad con las personas más cercanas.
¿Qué otra cosa nos está desvelando esta epidemia?
Algo que me interesa especialmente es nuestra difícil relación con la ciencia.
La ciencia tiene la capacidad de decirnos cosas que no siempre son agradables, y por eso a menudo es relegada a un lado.
Al contrario, en los últimos años en Italia, pero también en el resto del mundo, en política se ha vuelto común la idea de decirles a las personas lo que quieren oír.
Por ejemplo, cuando empezaba a escribir este libro, muchos políticos decían que no había ningún peligro, que la vida tenía que seguir igual.
Pero cuando llegó la pandemia con toda su fuerza, de repente todos fueron en busca de los expertos, que dicen cosas más incómodas como que hay que quedarse en casa durante meses o que hay que parar la economía.
Pero este retraso en la comprensión del fenómeno ha generado desastres y muertos.
Espero que esta atención por los argumentos científicos se mantenga también cuando vuelva la normalidad.
En el libro afirmas también que el contagio es una invitación a pensar y que la cuarentena es la ocasión para hacerlo. ¿En qué sería oportuno pensar?
Que no formamos parte solo de la comunidad de los seres humanos, sino que somos la especie más invasora de un ecosistema frágil y maravilloso.
Todas las epidemias de la historia surgieron principalmente del salto de un microorganismo de una especie animal salvaje a los humanos.
La peste y la viruela también comenzaron así. Ahora la pregunta es:¿nuestros comportamientos hacen que estos pasos sean más probables?
¿Y cuál es tu respuesta?
Miremos por ejemplo a los recientes incendios a gran escala del Amazonas. ¿Qué sabemos de si allí hay microorganismos potencialmente peligrosos para los humanos?
Si incendiamos grandes áreas de bosques, estamos destruyendo esos hábitats y estos microorganismos buscarán un nuevo lugar para ir. Ese lugar es probable que seamos nosotros.
Esta epidemia nos muestra cuán urgente es enfrentarnos a las cuestiones medioambientales.
¿Cuáles son tus mayores miedos?
Uno es que, pasada la emergencia, todo vuelva a como era antes, sin haber aprovechado la oportunidad de cambiar profundamente las cosas.
La madurez de una persona así como la de una civilización se nota en cómo reacciona cuando el sufrimiento se le echa encima.
Y esta es una enfermedad que afecta a toda la humanidad.
Sería un auténtico delito que este sufrimiento que estamos viviendo pase en vano.
¿Y los otros?
Temo lo que sucederá cuando el virus explote en partes particularmente pobres del mundo. Esto me da mucho miedo.
También me da miedo la falta de cooperación entre las naciones, y pienso en particular en lo que está pasando en la Unión Europea y en las consecuencias que esto puede tener.
Y también tengo mucho miedo de que lo que está pasando pueda despertar el deseo de guías más autoritarios, que dan la impresión de una mayor protección.
En el último capítulo afirmas que "nos conviene aprender de los virus". ¿Qué es lo que nos pueden enseñar?
La adaptación. La adaptación rápida a un nuevo contexto y una nueva situación.
¿A qué nos tenemos que adaptar?
Seguramente tendremos que hacer renuncias en nuestro estilo de vida.
Todas las líneas de pensamiento de las que hablo en libro conducen a una consecuencia: el hecho de que nuestros estilos de vida son demasiado voraces, quieren demasiado, consumen demasiado, tal vez se mueven demasiado.
Fuente: www.bbc.com/