Colombia vive jornadas de movilización social que no tienen antecedentes similares en sus últimas décadas.
El paro nacional comenzó el 21 de noviembre y se hizo fuerte en Bogotá y otras ciudades principales del país, con multitud de marcas y pérdidas para la economía que el gobierno calcula en casi US $ 400 millones.
Sin embargo, las protestas no solo se viven en la ciudad capital, Medellín, Cali o Barranquilla, también se producen en algunas de las regiones colombianas más descuidadas históricamente y que padecen más violencia.
Y sus reclamos tienen que ver con los problemas que estas poblaciones sufren cada día y que llevan años denunciando sin lograr la suficiente atención. Acá algunos ejemplos.
Los niños de La Guajira que piden agua
Alrededor de 300 menores, en su mayoría de la población indígena wayúu, marcharon el primer día del paro desde la península del departamento de La Guajira, en el norte del país.
La Guajira es una de las regiones que tiene una de las tasas de mortalidad infantil y pobreza más altas del país, fundamentalmente en los sitios donde existen asentamientos wayúu y de migrantes venezolanos.
Catatumbo contra el abandono
"Por nuestro reconocimiento y la exigencia de inversión social en nuestro Catatumbo, como referencia histórica del abandono del Estado colombiano ".
Esta región compuesta por más de una decena de poblaciones, ubicada en el departamento de Norte de Santander (noreste) y que se extiende hasta territorio venezolano, Es testigo de una guerra sin cuartel entre el Ejército de Liberación Nacional (ELN) con grupos armados como Los Pelusos o los Rastrojos, disidencias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia y bloques paramilitares.
Organizaciones de derechos humanos de Colombia señalan que al menos 270 personas fueron asesinadas en esta región en los últimos dos años y apuntan a la presencia del Estado es escasa y se concentra más en actividades represivas que sociales.
El campo de Colombia pide que pare la violencia
Las áreas rurales colombianas "piden a gritos que pare la violencia", explica a BBC Mundo Diana Sánchez, directora de la Asociación Minga, una organización de defensa de los derechos humanos que trabaja en diferentes zonas y comunidades del país.
"Ellos piden que acabe la guerra, porque la guerra se lleva a cabo en las zonas rurales y zonas excluidas. El crecimiento de los grupos rurales y del paramilitarismo se da en los territorios agrarios fundamentalmente", añade.
A mediados de año, entidades como Naciones Unidas y el Consejo Noruego de Refugiados (NRC), estimaron que fueron más de 1.000 los expulsados de sus hogares por las balaceras entre el ELN y bloques paramilitares como el Clan del Golfo.
Una "tamborada afro" fue la forma en la que los miembros de esa comunidad reclamaron ante el Departamento Administrativo Nacional de Estadística el "genocidio estadístico" por el que, según denuncian, fue desaparecido el 30% de la población negra entre los censos de 2005 y 2018.
La llamada Guardia Indígena ingresó caminando hasta Bogotá para sumar a las protestas y denunciar las masacres de las que son víctimas. Con banderas colombianas y también los emblemas de sus territorios.
Fuente: www.bbc.com/