Los críticos de Donald Trump han vuelto a sonar alarmas sobre impulsos autoritarios que observan en el presidente de Estados Unidos.
Las acusaciones de que Trump se comporta como un líder sin contrapesos resurgieron durante el juicio político al que lo sometió la oposición demócrata, y sobre todo después que fuera absuelto el mes pasado.
Trump se libró de los cargos de abuso de poder y obstrucción del Congreso que enfrentaba en el impeachment con un respaldo casi monolítico de los senadores de su Partido Republicano -solo uno, Mitt Romney, votó por condenarlo.
Luego surgieron otras controversias, ya sea por una barrida de funcionarios gubernamentales percibidos como desleales al presidente -incluidos testigos del juicio político-, o por la afirmación de Trump de que tiene el "derecho legal" de intervenir en casos penales en el Departamento de Justicia.
El diario The New York Times afirmó en un editorial que el presidente, "con su naturaleza autoritaria", carece de respeto por los principios de las democracias liberales basados en el Estado de derecho, mientras que Ishaan Tharoor, reportero de The Washington Post, escribió que "el estilo autoritario de Trump está rehaciendo a Estados Unidos".
"Los feroces ataques retóricos contra la prensa, el Estado de derecho y otros pilares de la democracia provenientes de los líderes estadounidenses, incluido el propio presidente, socavan la capacidad del país de persuadir a otros gobiernos para defender los derechos humanos y las libertades fundamentales, y son explotados activamente por dictadores y demagogos", sostuvo la ONG Freedom House en su informe anual sobre la libertad en el mundo, publicado esta semana.
Trump y quienes lo defienden sostienen que su conducta es compatible con las reglas del juego democrático de EE.UU. y acusan a sus opositores de lanzar "cacerías de brujas" y "cruzadas partidistas".
"Con cada acción, mi administración está restaurando el estado de derecho y reafirmando la cultura de la libertad estadounidense", dijo el presidente en su reciente discurso del Estado de la Unión ante el Congreso.
Erica Frantz, profesora asistente de Ciencia Política en la Universidad Estatal de Michigan y autora del libro "Autoritarismo: lo que todos necesitan saber", cree que aunque EE.UU. es una democracia existen semejanzas entre el comportamiento de Trump y líderes de regímenes dictatoriales.
Lo que sigue es una síntesis del diálogo telefónico con Frantz, quien también es coautora del libro "Democracias y regímenes autoritarios" y ha publicado varios artículos sobre este tema.
¿Están justificadas o exageradas las advertencias sobre los impulsos autoritarios de Trump por parte de sus críticos?
Creo que están justificadas. Hubo cierto optimismo de que después del impeachment él atenuaría las cosas, pero dejó claro que ese no era el caso y que se sentía envalentonado.
Sin embargo, mis preocupaciones no son necesariamente con el comportamiento de Trump, sino con la renuencia dentro de su partido a tratar de controlarlo.
Tengo una visión pesimista del mundo, de que todos los líderes tienen hambre de poder y, si pueden, intentarán consolidar el control.
La única razón por la que vemos transiciones de liderazgo en las democracias es porque tenemos instituciones que pueden frenar estos comportamientos. Pero si nuestro liderazgo político no está dispuesto a respetar esas instituciones, tiene un problema.
¿Entonces cree que el sistema de gobierno de EE.UU. se está volviendo de algún modo más autoritario con Trump?
Sí, creo que hay un consenso de expertos en que nuestra democracia es más débil y más frágil que antes de su elección.
Hemos visto una serie de comportamientos que no habían sido típicos de la política estadounidense. Y hay muchas preocupaciones sobre las próximas elecciones en términos de si será una competencia libre y justa, sin intromisión extranjera.
En muchos sistemas autoritarios que una vez fueron democracias, elecciones como estas pueden ser un gran punto focal, y el liderazgo puede usarlas para consolidar aún más el poder.
Así que veo las próximas elecciones como un gran desafío para la democracia estadounidense.
¿Puede dar algunos ejemplos de lo que ve como impulsos autoritarios de Trump?
La forma más común de dictadura hoy en día es la dictadura personalista, que tiene una serie de características clásicas.
Una es que el líder trata de purgar al grupo de liderazgo de cualquier individuo que pueda desafiarlo. Los expertos a menudo son despedidos y el líder se rodea de personas leales y familiares. Es la forma en que el líder intenta protegerse de sus rivales.
Y vemos que eso sucede con mucha claridad en el gobierno de Trump, que se ha rodeado de personas leales y miembros de su familia, muchos de los cuales no tienen experiencia en lo que tienen que hacer.
Entonces tienes un montón de "hombres sí" en las dictaduras personales y también en el gobierno de Trump. Recientemente él nombró en la posición de jefe de inteligencia a alguien que no tenía experiencia en ese campo.
En ese sentido, Trump es muy parecido a un líder personalista. También es comparable a un dictador personalista en términos de su paranoia. Debido a que los dictadores personalistas no tienen información confiable sobre el pulso de la gente, porque se han librado de cualquiera que pueda proporcionarles esa información, están muy inseguros y nerviosos todo el tiempo.
Lo vemos mucho en el comportamiento de Trump, donde ataca a cualquier crítico potencial en Twitter o en otros lugares. Y esto es en gran medida un reflejo de una paranoia subyacente.
Hablando de Twitter, en dictaduras personalistas a menudo vemos a los líderes tratar de marginar a los medios tradicionales. Esta es una herramienta para intentar promover la línea del gobierno y silenciar a los críticos. Y vemos que Trump en buena medida ha apartado los medios tradicionales y ha tratado de esculpir su propia narrativa.
Hay muchas similitudes entre los comportamientos de Trump y lo que vemos en las dictaduras de hombres fuertes.
Pero EE.UU. es una democracia…
Correcto. Como dije antes, y no estoy sola en esta evaluación, la democracia aquí es mucho más frágil de lo que era antes de que Trump asumiera la presidencia. Y esto está en línea con una tendencia que estamos viendo a nivel mundial, donde las democracias que creíamos bien establecidas están bajo amenaza.
Hoy en día, la mayoría de las dictaduras llegan al poder con alguien democráticamente electo que socava las instituciones democráticas. Turquía y Venezuela son ejemplos clásicos de esto.
Lo que sucede en EE.UU. está en línea con las tendencias en otros lugares. No creo que sea justo decir que nos convertiremos en Turquía después de las elecciones de noviembre. El riesgo de que eso ocurra es bastante bajo. Dicho esto, el riesgo es más alto que en años anteriores.
Mi temor es que haya una crisis. En Turquía vimos el golpe fallido en 2016 y el régimen de Erdogan utilizó esa crisis como punto focal para aplicar mano dura. Se pueden hacer esas cosas diciendo que son en nombre de la seguridad nacional, y así sucesivamente.
Si vemos algún tipo de crisis aquí que Trump pueda manejar para promover su causa, podríamos tener grandes problemas.
Pero el poder de Trump está limitado por las instituciones de la democracia, y él estará sujeto al voto popular una vez más en noviembre. Entonces, ¿es posible que con esas garantías la democracia de EE.UU. caiga en algunos de los ejemplos que usted cita?
Estoy nerviosa acerca de las próximas elecciones por un par de razones. En 2018, antes de las elecciones de mitad de mandato, Trump trató de mostrar dudas sobre si esas elecciones iban a ser libres y justas.
No había evidencia, pero esa estrategia fue muy efectiva para crear dudas y debilitar la fe de los ciudadanos en su sistema. Y es probable que continúe con tácticas similares en 2020.
Entonces, por un lado, estoy nerviosa por las herramientas que podría usar para manipular el proceso a su favor, lo que desmantelaría aún más las instituciones democráticas aquí. También estoy nerviosa sobre cuál será su narrativa si las cosas no salen a su favor.
Muchos expertos señalan que un problema de la democracia de EE.UU. es la polarización política. Y el impeachment de Trump probablemente contribuyó a polarizar más el país. ¿No hay una responsabilidad de la oposición demócrata por este resultado?
Es una pregunta complicada, porque por un lado ciertamente un proceso de impeachment va a intensificar las cosas.
Por otro lado, la mayoría de los expertos en términos de derecho constitucional vieron el comportamiento (de Trump) como un abuso de poder. Entonces, los demócratas estaban en una posición difícil porque si no hacían nada para sancionar ese comportamiento, básicamente le estaban dando luz verde para seguir haciendo ese tipo de cosas.
Al mismo tiempo, investigaciones en Venezuela muestran que la polarización política permite un tipo de toma de poder autoritaria: como el partido en el poder tiene tanta aversión con el partido de la oposición, es más probable que los ciudadanos acepten una socavación disimulada de la democracia a cambio de asegurarse que el partido que odian no asuma el mando.
Estamos viendo una dinámica similar en EE.UU., donde los ciudadanos están más dispuestos a aceptar comportamientos y acciones antidemocráticas porque están desesperados por asegurarse de que el partido que no les gusta se mantenga fuera del poder.
Uno de los competidores que quedan para obtener la candidatura del Partido Demócrata es Bernie Sanders, un socialista que dice oponerse a "la naturaleza autoritaria de Cuba" pero que "es injusto decir simplemente que todo es malo" en la isla. ¿Cómo ve esto?
Veo la popularidad de Bernie Sanders como otro indicador de la polarización de EE.UU.
¿Sería bueno para EE.UU. que Sanders sea electo? Mi sensación es que no, que solo intensificaría más la polarización política.
Al mismo tiempo, los demócratas están muy molestos por lo que sucedió desde que Trump fue electo.
Entonces, el Partido Demócrata parece estar experimentando una pequeña crisis, similar a la del Partido Republicano cuando Trump ascendió al poder.
Fuente: www.bbc.com/