Abbas Araghchi, al final de la reunión en Viena, este viernes
Las propuestas europeas se han quedado cortas para las expectativas iraníes, según ha revelado Abbas Araghchi, viceministro de Exteriores de la República Islámica, al concluir este viernes la reunión de Viena con los firmantes del acuerdo nuclear (Reino Unido, Francia, Alemania, China y Rusia). Irán quiere vender petróleo y el mecanismo de pagos puesto en marcha por los tres signatarios europeos no garantiza, por ahora, ese objetivo. Así que Teherán mantiene su amenaza de incumplir su parte del pacto, muy devaluado tras la salida unilateral de EE UU el año pasado.
España y otros seis países (Holanda, Bélgica, Suecia, Finlandia, Austria y Eslovenia) señalaban este mismo viernes en un comunicado que trabajan “para establecer canales que faciliten un comercio legítimo y operaciones financieras con Irán, y una de las principales iniciativas es el establecimiento de INSTEX”.
Los europeos han informado a la delegación iraní que el mecanismo de intercambio comercial conocido como INSTEX estaba ya operacional y que se habían procesado las primeras transacciones. Sin embargo, las restricciones impuestas por Estados Unidos limitan su alcance. La cuantía de esa especie de línea de crédito aún no se ha hecho pública oficialmente. Tal como explicó un funcionario iraní antes de la cita de Viena lo que la República Islámica quiere es vender petróleo, la principal fuente de ingresos del país. Y precisamente el petróleo es el objeto central de las sanciones que Washington impuso a Teherán tras abandonar el Plan Integral de Acción Conjunta (PIAC, nombre oficial del acuerdo) firmado en 2015.
Este mismo viernes, el representante especial de la Casa Blanca para Irán, Brian Hook, ha vuelto a recordar que no van a permitir que nadie compre crudo de ese país. “Vamos a sancionar cualquier importación de petróleo iraní… Ahora mismo ya no hay excepciones permitidas”, ha declarado Hook en Londres, parte de una gira en busca de apoyos para seguir aislando económicamente al régimen iraní.
En mayo de 2018, justo antes de la salida de EE UU del acuerdo, la República Islámica exportaba 3,8 millones de barriles diarios. Un año después se estima que apenas llega al medio millón. Más grave aún, la eliminación de las excepciones que Washington permitió inicialmente para que los compradores pudieran buscar otros países donde abastecerse obliga a Irán a vender en el mercado negro y a precios de descuento, reduciendo aún más sus ingresos.
Los países europeos, que durante más de una década trabajaron para acercar a Teherán y Washington hacer posible el acuerdo nuclear, criticaron que este lo abandonara sin motivos objetivos. Aunque comparten la preocupación de EEUU y sus aliados árabes por el comportamiento regional de Irán y su programa de misiles, opinan que la mejor vía para contenerlo es el diálogo no el enfrentamiento. Por eso durante el último año han tratado de encontrar fórmulas que permitan sortear el bloqueo de SWIFT, el sistema habitual de transferencias bancarias que las sanciones estadounidenses impiden utilizar con la República Islámica.
Teherán se siente víctima de una guerra económica y ha amenazado con abandonar los compromisos de reducir su programa nuclear que adquirió con el acuerdo. Poco antes de las conversaciones de este viernes en Viena, el portavoz de Exteriores, Abbas Mousavi, dijo que se trataba de “la última oportunidad para el resto de los firmantes (…) de reunirse y ver cómo pueden cumplir sus obligaciones hacia Irán”.
De hecho, un portavoz de la Organización de la Energía Atómica iraní había anunciado que el 27 de junio iban a superar el límite de 300 kilogramos de uranio poco enriquecido (UF6) que el acuerdo les permite almacenar. Sin embargo, el jueves sus reservas estaban al borde sin sobrepasarlo. Tenían 200 kilos de uranio frente al máximo de 202,8 kilos a los que equivalen los 300 kilogramos de UF6. Dado que enriquecen aproximadamente un kilo al día, la violación puede producirse durante este fin de semana.
“No quieren violar el acuerdo, sino presionar al resto de los firmantes, sobre todo los europeos, para que les ofrezcan una solución alternativa”, asegura a EL PAÍS una analista iraní. La misma fuente opina, no obstante, que a estas alturas “el pacto está muerto” y la única salida posible sería que Irán y Estados Unidos se sentaran a hablar. De momento la guerra verbal desatada el presidente norteamericano, Donald Trump, dificulta esa salida. Mientras, el peligro es que el clima de tensión vuelva a producir incidentes como el derribo por parte iraní del dron estadounidense o la orden de ataque (luego abortada) que dio el inquilino de la Casa Blanca.
Fuente: https://elpais.com/internacional/2019/06/28/actualidad/1561753190_421191.html